HACE ALGUNOS años que hemos planteado la compatibilidad
de la agricultura y la actividad económica de los servicios. Sin embargo, la
otra noche, el señor Zapatero, en la respuesta para salir de la crisis para la
que él tiene fecha de caducidad y de la que su principal medicina es aumentar
la demanda, pretende no cambiar el modelo económico. Indudablemente, tenemos
que ofrecer salidas a corto plazo para que un número importante de ciudadanos
cubran las necesidades básicas, aunque sea barriendo el barranco o pintando el
ayuntamiento por segunda vez en el año.
Creo que el modelo que hemos tenido no es repetible, está
agotado y de la actual situación no salimos sólo con más demandas de consumo,
tanto en el plano local, como las que puedan venir del exterior, que
indudablemente, nos pueden ayudar en caso favorable. Hemos de crear un modelo
propio más austero, menos derrochador, con un cuidado estricto de nuestro suelo
y recursos (agua, suelo, naturaleza) y una cultura en la que incorporemos gran
parte de la mentalidad perdida: trabajo, ahorro y austeridad.
Estos temas tienen que ver todos con un cambio de mentalidad
y serían propuestas a medio y largo plazo. Mientras tanto, tenemos que
potenciar, entre otras cosas, la producción de alimentos, agricultura y
ganadería, tema que se revaloriza ahora en todo el planeta, pues uno de los
puntos débiles de la actual crisis son los alimentos, el agotamiento de los
grandes excedentes que han existido en las últimas décadas en los países
occidentales.
No olvidemos que el otro aspecto que afloró en la crisis es
el petróleo, que ha caído de precio de manera temporal por la menor demanda
coyuntural, y volverá a dispararse cuando vuelva al incremento de consumo en el
oro negro.
Preparar las alforjas para un viaje complicado. Hemos de
planificar y hacer propuestas concretas, como comenzar con una agricultura que
cubra gran parte de la importante demanda interna, tanto para la población
local como visitantes, que parece que han alcanzado un techo y que hemos de
cuidar. Por todo ello, parte de los recursos que se pongan para cubrir la crisis
hemos de destinarlos en actividades que favorezcan el agro, como la limpieza de
frutales, mejoras de caminos, instalaciones de riego, establos y gañanías.
Además, hay que ofrecer ayudas para potenciar la cabaña
ganadera en defensa de los productos de la tierra en el mercado, potenciar los
mercadillos de agricultores, los levantamientos de muros, y cuidar y preparar
instalaciones relacionadas en el aprovechamiento del agua, limpieza de galerías
y canales de riego. También hay que realizar mejoras en huertas de jable,
enarenados, mejora de acceso rodado, caminos y pistas. Por su parte, los
ayuntamientos deben obligar a los propietarios de fincas a limpiar las parcelas
cargadas de combustible por problemas de seguridad para la prevención de
incendios forestales, siendo un caso ejemplar en esta labor en los últimos años
San Juan de La Rambla.
En unas palabra, los tiempos son otros y no nos valen
recetas del pasado. Ahora tenemos que crear un nuevo marco de relaciones en las
que, en nombre del medio ambiente, no se pueden seguir las pautas escritas que
se pusieran en marcha hace unos años, cuando parecía que la agricultura y la
ganadería eran actividades del pasado, cargando el territorio de espacios
"protegidos": zepas, L. I. C. y todo un amplio repertorio de protección,
en muchos casos, sobre terrenos que habíamos cultivado hasta los años en los
que dejamos el burro por el coche y cambiamos el sacho por la niveleta y la
cuchara.
Querido lector, ahora, los que tenemos responsabilidades
políticas, tenemos que sentarnos con agentes de Medio Ambiente y el Seprona
para hacer una nueva lectura del espacio y de las relaciones con nuestro medio
rural hasta que de la Ley de Medidas Urgentes establezca un nuevo marco legal
para volver al campo con unas medidas más tolerantes hacia los usos
tradicionales, en las que la protección de nuestros espacios sea la que los
valores ambientales y naturales requieran; en definitiva, un marco de
protección en el que las tierras para cultivar alimentos encuentre acomodo.
Aunque siempre hemos tenido tensión entre hombres y
naturaleza en la búsqueda de nuevo suelo para cultivar o las demandas de leña y
madera de nuestros montes, ahora éste no es el caso. Sí tenemos que tomar
medidas razonables para que, por ejemplo, la protección del águila pescadora en
Teno, los rabiles en Anaga, o los lagartos, no tengan más protección que un
agricultor que tiene que sembrar o plantar alimentos para su familia.
Por todo ello, el actual marco legal hemos de aplicarlo con
el máximo de flexibilidad, para que nuestra gente pueda realizar actividades
propias del medio rural que, de hecho, venimos realizando hasta hace unos años.
Hagamos nuestra una máxima que se le atribuye a Confucio, que parece que la
dejó en China hace 2.500 años: "No regales pescado, enséñales a
pescar".
El dinero del paro debemos invertirlo -y no gastarlo-
aplicando la máxima de Confucio y aunque el señor Zapatero y otros responsables
de la economía y la política tienen fecha de caducidad para la crisis, como la
que le ponemos a los yogures, los magos somos muy desconfiados con la fechas y
las promesas, quizás porque hemos vivido muchas crisis sin reloj ni almanaque.
Preparemos las alforjas para el camino por si nos pasa lo que le ocurrió a
Fregel, cuando una nevada lo encerró en una cueva en el Teide, y que gracias a
la alforja y la gestión de la misma lo pudo contar.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 1 de Febrero 2009