domingo, 15 de febrero de 2009

De Australia a Tenerife


LA VIDA es una lección permanente de aciertos y errores en la que, en muchas ocasiones, dejamos de mirar para detrás o lo que ocurre en el entorno, considerando que nuestra verdad es la única referencia con la que actuamos. De esta forma, hemos creído que el fuego lo apagan los bomberos y los equipos humanos, pero en la mayoría de los casos no ocurre así.
Basta con ver que estos días los medios de comunicación nos informan de un incendio forestal en las antípodas, en una zona con características muy similares a las nuestras en cuanto a humedad (entre 500-1.000 litros m2 año), verano seco (diciembre a marzo), topografía accidentada y muy poblada. Los Estados de Nueva Gales del Sur y Victoria son las zonas más densamente pobladas de la isla-continente de Australia, donde se localizan las ciudades más pobladas del país (Sydney, Melbourne y Camberra).
Estamos en una importante zona ganadera y agrícola e industrial, pues no olvidemos que el incendio se produce sobre parte de la cuenca del río Murria, el más importante del país. El incendio se propaga con temperaturas de más de 40º C y vientos secos que soplan del desierto australiano hacia la costa S.E; mientras que aquí, en Tenerife, son del N.W., y en Canarias del S.E., procedentes del Sahara.
Febrero para los australianos es agosto en Canarias. Por todo ello, la lectura de lo que ocurre en el S.E. de Australia debe ser una lección de lo que puede ocurrir en nuestro entorno, ya que Australia es un país eminentemente urbano, con un nivel económico similar al nuestro, por lo que la capacidad tecnológica para defenderse del fuego difiere poco de la nuestra. Aunque las comparaciones son odiosas, creemos que son oportunas algunas referencias.
La superficie quemada hasta el jueves doblaba en su superficie a la isla de Tenerife, afectando a más de 1.000 viviendas y dejando a más de 200 víctimas tras las llamas; habían movilizado miles de bomberos, ejército y voluntarios para hacer frente al monstruo que a su paso reduce todo a cenizas.
Amigo lector, los hechos anteriormente descritos pueden ocurrir en esta Isla si no hacemos prevención, única medicina para evitar tal situación. Es decir, la mejor lucha contra el fuego la hacemos en los inviernos retirando combustible de las zonas pobladas y proximidades de las vías de comunicación. Lo que hemos visto en la televisión estos días -masas de eucalipto en las zonas pobladas- es un fiel reflejo de los riesgos que tiene para la población cuando se produce un verano seco con vientos y las temperaturas descritas en zonas arboladas.
Hagamos todas las prevenciones; no nos cansemos de comentar que la Administración no es la única competente en la lucha contra el fuego. Tenemos un buen equipo de profesionales bien dotado; sin embargo, para la lucha de un gran incendio como el que ocurrió en el 2007, y ahora en Australia, el único tratamiento posible es tener libre de combustible las zonas pobladas. Un mundo rural cargado de combustible como el que tenemos en la Isla pone de manifiesto que aquí se puede producir una situación no deseada, si no cambiamos la conciencia colectiva con una participación coordinada de todas las administraciones y los vecinos.
Una lectura de territorio nos debe hacer reflexionar desde el Valle de El Palmar hasta el Llano del Moro, en el Norte de Tenerife, con riesgos importantes, también en numerosos puntos del Sur de la Isla. Tenemos numerosos núcleos de población totalmente rodeados por el bosque, en unos casos; o zarzales, helecheras y escobones, en otros; pinos de gran porte en las proximidades de las viviendas; y en otros casos no tenemos espacios limpios de vegetación entre la zona forestal, y los cascos urbanos al dejar de labrar las tierras de pansembrar de antaño, que constituían antes una barrera para defender las viviendas.
Estamos en febrero, en una situación nueva, con una población que demanda trabajo. Hagamos una labor de prevención antes de que llegue el próximo verano, máxime con el nivel de combustible que se añade tras la lluvia, dado el invierno y la carencia de ganadería para la eliminación de los pastos antes de la entrada del verano.
Está en nuestras manos hacer una tarea ambiental y de seguridad para nuestros vecinos. Lo que pudo ocurrir aquí en 2007 o lo que desgraciadamente sucede en Australia ahora podemos evitarlo. Pongámoslo en marcha. No dejemos todo esperando por los bomberos y los equipos mecánicos. Aquí, en California o en Australia, tenemos que hacer prevención. Después de lo que ha pasado en estos territorios, debemos reflexionar sobre la necesidad de un marco legal que obligue a la limpieza de todo tipo de material combustible en las zonas pobladas. De lo contrario, estamos asumiendo un riesgo muy alto en caso de incendio forestal.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 15 de Febrero 2009