Es difícil entender que en los tiempos que corren tiremos a
los barrancos millones de kilos de fruta, cosa que está ocurriendo esta semana
y que seguramente continuará durante el próximo mes de julio. El mercado
peninsular están totalmente saturados, el precio medio del mercado mayorista no
llega actualmente a cuarenta céntimos el kilogramo, que es aproximadamente el
coste de llevar los plátanos desde el cantero hasta descargarlos en el muelle
en la Península.
Solamente en el caso de la calidad superior se cubren los
costes de empaquetado y flete; las calidades inferiores no llegan ni a eso, con
lo que los agricultores isleños no solo regalan los plátanos, sino que tendrían
que pagar de su bolsillo los costes para llevar su producción al mercado
peninsular. ¿Y cuáles son las causas de esta situación? ¿Cómo hemos perdido más
del cuarenta por ciento del mercado peninsular en los últimos veinte años? Se
han bajado significativamente los aranceles para los plátanos de Sudamérica
desde los ciento setenta y cinco euros por tonelada. Los plátanos de los países
del área ACP (África, Caribe y Pacífico) entran sin aranceles. En todos esos
países se producen plátanos en unas condiciones naturales favorables y con una
mano de obra en muchos casos sobre-explotada que apenas cobra unos cuarenta
euros al mes. Si hemos perdido cuota en el mercado peninsular, lo lógico sería
hacernos con una cuota del mercado al norte de los Pirineos; no para colocar un
excedente puntual de la producción, sino de manera continua y estable a lo
largo del año. Para ello evidentemente se debe defender nuestro producto por
sus diferencias; no son bananas sino plátanos. Es un producto más natural, con
menos pesticidas ya que no requieren tratamientos semanales como los que se
aplican en Sudamérica para la sigatoka negra. Es una fruta producida en la
Unión Europea cumpliendo con todas la normas y leyes concernientes tanto al
medio ambiente, la calidad así como a los derechos humanos y laborales. No
olvidemos tampoco que estamos a tres días de navegación de los puertos de la
Unión Europea, mientras que las bananas están entre ocho y quince días. Vamos a
ser claros, no hemos hecho la tarea. No hemos cumplido con los objetivos
estratégicos que le darían sostenibilidad económica al sector platanero
canario. No hemos concentrado las actividades de empaquetado, transporte, flete
y distribución de la fruta. No hay un flete con criterios uniforme. No hay
marca única, ni caja ni etiquetado. No hay concentración ni racionalización de
costes, oferta, ni gastos. El noventa y cuatro por ciento de los plátanos
consumidos en la UE los gestionan media docena de entidades, unificando marcas,
calidades y precios.
Aquí, para el raquítico seis por ciento restante, tenemos
más de treinta entidades agrupadas en seis OPP reunidas en Asprocan. Ahora
Asprocan se desmarca de las seis y con el alegato de que no hay unanimidad no
se toman decisiones críticas para supervivencia del sector, en esa torre de
babel que es Asprocan. El pasado mes de mayo enviamos en una semana al mercado
nueve millones de kilos, saturándolo y tirando los precios en consecuencia. Esa
saturación es plenamente previsible; con más de siete millones de kilos de
plátano canario a la semana el mercado peninsular cubre completamente la
demanda, ya que hay dos millones de kilos de bananas extracomunitarias
asentadas de manera estable en la demanda. Se hace evidente ahora que depender
únicamente del mercado español es muy arriesgado para nuestros plátanos.
Tendríamos que habernos hecho con un nicho del mercado europeo, manteniendo y
cuidando la demanda comunitaria. Eso nos permitiría no sólo enviar los
excedentes productivos como reducir los riesgos de depender de un único
mercado, diversificando a otros basándonos en la calidad de nuestra fruta.
Asprocan, la supraorganización de los plataneros canarios, no llegó a un
acuerdo para evitar la saturación del mercado, y ahora nos vemos obligados a
tirar a los barrancos un tercio de la producción, más de dos millones de kilos,
solamente esta semana, más de un kilo por cada canario a la semana; tengamos en
cuenta que en Canarias consumimos diecisiete kilos de media al año por
habitante. Una organización que cuesta más de nueve millones de euros al año no
ofrece solución alguna para un problema ya conocido que viene de antiguo. Pero
son muchos los problemas que no parecen tener solución: La marca única en
etiquetado, cajas y distribución; la optimización y mejora en el empaquetado,
flete, maduración y distribución, con criterios profesionales como el que
teníamos hace dos años y se cambió debido al politiqueo local. Mientras tanto
media Península no tiene plátanos de canarias, y no hay mercado fuera de
España. Mejor no hablar de las negociaciones que la Unión Europea, en presencia
de nuestros representantes pero no nuestros agricultores, que están llevándose
a cabo con los países ACP para eliminar aranceles y tarifas para la importación
de bananas. Hagamos la tarea. Aquí se continúa perdiendo superficie cultivada y
puestos de trabajo. Se prevén pérdidas de más de veinte millones de euros. La
coyuntura actual está afectando especialmente a las explotaciones al aire libre
en la zona norte, donde predomina la pequeña propiedad y se produce la mayor
parte de la producción en estos meses. Las administraciones públicas deben
intervenir, al estar involucrados fondos públicos y el interés general; la
situación es especialmente grave en la actual situación económica. Demos de una
vez pasos en la dirección correcta, antes de que sea tarde.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 30 de Junio 2012