Lamentablemente el lenguaje dominante repite todos los días
frases hechas sobre crisis, austeridad y tijeretazo, entre otros tópicos. Los
últimos datos sobre el paro en Canarias sitúan a La Palma como la isla que más
ha empeorado su situación de trabajo. Sin embargo, en una lectura sobre los
parados -más de 11.000 personas- es curioso leer que más de 2.000 son de la
construcción, otros 1.600 del comercio, 1.200 de hostelería y más de 4.000 de
servicios e incluso aparecen 782 en la agricultura. Nos encontramos ante una
lectura nueva de una cultura vieja en la que nadie o casi nadie mira hacia el
campo como alternativa.
Esto ocurre en la isla que dispone de más agua por
habitante, que tiene una amplia superficie de cultivo abandonada, y en la que
la mejora de las infraestructuras pudiera dar lugar a que en estos momentos La
Palma pueda mantener dos o tres veces la actual población que sostiene y que
roza las 80.000 personas. Nuestra vecina Madeira, con una superficie similar y
con no más recursos que La Palma, mantiene a 300.000 habitantes.
Valga como referencia que la Isla Bonita ha pasado de
disponer de unos 40 millones de pipas de agua en los años 50 a situarse en algo
más de 160 millones en los momentos actuales, con una red de agua en casi toda
la isla. Por todo ello, entendemos que el modelo económico dominante no tiene
alternativa de futuro si no miramos al campo con otros ojos. Pensemos que
incluso la gestión medioambiental de la Isla tiene serios riesgos si no se
labran y limpian gran parte de las antiguas tierras de cultivo, hoy totalmente
abandonadas, como ha ocurrido, sin ir más lejos, en el municipio que más
población ha perdido en La Palma, Garafía, que en 40 años ha pasado de 5.000
habitantes a apenas unos 1.700 en la actualidad.
En este marco, entendemos que la potenciación de la
actividad agraria y ganadera es posible ya que el principal factor en estos
momentos es el humano. Sin embargo, nos encontramos con el envejecimiento de la
población que trabaja en la agricultura y con los sueños urbano-consumistas de
nuestros jóvenes, que hacen que apenas miren para el campo como una solución.
Así, por ejemplo, en el Centro de Formación Profesional de Los Llanos de
Aridane, los módulos relacionados con agricultura apenas tienen ocupación,
mientras que el de medio ambiente y jardinería están saturados, quizá por la
aspiración de convertirse en funcionarios y trabajar en estas materias.
A todo esto hay que unir la pasividad del Gobierno de
Canarias y el Gobierno del Estado ante las importaciones de alimentos que
podemos producir en La Palma y en el resto de islas -como ha ocurrido con las
papas, productos lácteos y otras frutas-, que han entrado a precio y en
condiciones desfavorables para nuestros agricultores y ganaderos.
Hay que analizar cómo se puede gestionar nuestro territorio.
Eso no significa que estemos defendiendo un proteccionismo a ultranza, pero sí
una cobertura que garantice un autoabastecimiento y que genere puestos de
trabajo. Por ello, tenemos ejemplos de otra manera de hacer las cosas dentro de
La Palma, como ha ocurrido en Briesta y Tinizara, en la que se han hecho
importantes plantaciones de viñedos que han permitido limpiar una zona
conflictiva para los incendios forestales y han recuperado unos vinos de
calidad, generando puestos de trabajo y mayor estabilidad ambiental para
defender los posibles incendios en el noroeste de la Isla. En ese sentido,
Garafía es un ejemplo de lo que no debemos hacer, dado que es el municipio con
mayores posibilidades ganaderas de La Palma, pero ha perdido más del 80% de su
cabaña. Además, el sistema de pastos y el abandono del cultivo de tagasaste
hacen que los riesgos de incendios en los veranos pongan en serios aprietos el
cuidado y la defensa no sólo de los montes sino de caseríos de este entorno. El
futuro de La Palma y de muchos puntos de Canarias tiene que mirar
obligatoriamente al campo como una alternativa para dejar de hablar de crisis,
austeridad y tijeretazo. Aquí hay posibilidades, las necesitamos, pero hay que
aprovecharlas y dejar los lamentos.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
DIARIO DE AVISOS, 7 de Julio 2012