El lunes de Carnaval está marcado en la isla de La Palma por
la fiesta de la vuelta de Los Indianos. Aunque en esta celebración se acude a
la economía para explicar su origen (los indianos son los emigrantes palmeros
retornados de Cuba que a su llegada hacían ostentación de la riqueza obtenida
en aquellas tierras), no se atiende al fenómeno socioeconómico completo de la
emigración, en la que la propia organización del territorio palmero es su más
elocuente reflejo.
La fiesta de Los Indianos es la fiesta de aquellos que
tuvieron éxito en la feraz isla caribeña y retornaron con los ahorros para
invertirlos en La Palma, pero también hay que decir que una parte de ellos
quedó siempre en Cuba. Pero ¿por qué se fueron los palmeros? La causa principal
de la emigración palmera en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX
hay que buscarla en el control que ejercían en la Isla unas cuantas familias
(Sotomayor, del Castillo Olivares, Fierro, Abreu, Vandewalle) sobre la
propiedad de la tierra, lo que provocaba el sometimiento semiservil de la gran
mayoría de los campesinos, es decir, de la gran mayoría de los habitantes. A
esta causa se une una nueva crisis del cultivo de exportación (la cochinilla),
que origina que en la isla sobren campesinos: entre 1877 y 1920 salieron de La
Palma más de 15.000 personas [García Rodríguez, J. L. (1992]: Emigración y
agricultura en la Palma), es decir, uno de cada tres habitantes, aunque ello no
quiere decir que todos fueran a Cuba. Las grandes familias propietarias
recibieron con los brazos abiertos a esos antiguos aparceros retornados, pues
les permitió seguir acumulando la renta de la tierra a través de la venta de
pequeños lotes de tierra que éstos podían comprar con el dinero ahorrado en su
etapa cubana (la atracción de isleños no era más que otra estrategia de los
grandes propietarios de Cuba de “blanquear” la isla ante la experiencia de los
levantamientos de los negros en varias islas del Caribe).
Las ganancias comerciales generadas por este tráfico de la
pobreza que fue la emigración palmera se evidencia en la escala que numerosas
navieras, tanto peninsulares como extranjeras, hacían en La Palma (Naviera
Pinillos, Compañía Transatlántica de Cataluña, López y Cía., Italiana de
Vapores, Cía. Hamburgo Amerika Line) (Rodríguez Brito, W. (1982): La
agricultura en la isla de La Palma).
Fue éste el primer capítulo de la reforma agraria en La
Palma: la creación de la clase media agraria palmera, mediante las remesas de
los retornados de Cuba. El segundo capítulo se inicia después de la Guerra
Civil, con la doble crisis de los mercados interno y externo: la del periodo
autárquico del primer franquismo y la de las exportaciones de plátanos y
tomates. En este periodo, entre 1940 y 1970, salieron de La Palma más de 24.000
personas (Idem. García Rodríguez, 1992), casi 2 de cada 5 habitantes, ahora
fundamentalmente camino de Venezuela. ¿Quiénes y por qué volvieron a salir de
la Isla esa ingente cantidad de campesinos? La respuesta vuelve a estar en la
dada para el primer capítulo de la emigración palmera: la gran propiedad no
había desaparecido. Y, de nuevo, las remesas de los indianos (más de 1.000
millones de pesetas corrientes) y las ayudas del Estado (también más de 1.000
millones de pesetas corrientes) dieron otra “mordida” a la gran propiedad, y
acrecentaron la clase media agraria palmera: de 500 hectáreas de platanera en
1945, la Isla pasó a 3.500 en 1980, y de una producción de 40 millones de kilos
de plátanos se pasó a 130 millones. En el año 2008 comenzó una tercera crisis
económica que aún no ha terminado y que se prevé incluso más larga que las
otras dos anteriores. Al principio de la primera crisis e inicio de la
emigración palmera, la Isla contaba con unos 39.000 habitantes (y sobraban más
de 15.000, uno de cada tres), al principio de la segunda con unos 60.000 (y
sobraban más de 24.000, dos de cada cinco), y en la actualidad con unos 86.000
(y sobrarían más de 28.000, uno de cada tres; o sobrarían más de 34.000, 2 de
cada cinco). Por ahora sobran más de 10.000, que es el número de parados con
que cuenta La Palma al iniciarse este año 2012. Pero… hoy la Isla tiene
aproximadamente la misma producción de plátanos que hace treinta años, teniendo
que competir en un mercado, el de la UE, cada vez más abierto a la competencia
mundial, una agricultura local de autoconsumo que todavía sigue en franca
regresión y se habla de que una dependencia exterior de alimentos, de entre el
80 y el 95 por ciento, según los autores. Y hoy, como ya se está viendo en los
recortes del llamado Estado del bienestar, primero, es impensable que la
agricultura insular reciba las ayudas y los precios que recibió durante los
años centrales del siglo pasado; y segundo, tampoco la emigración representará
la válvula de escape que supuso en las dos crisis anteriores.
Por tanto, en este contexto nos preguntamos ¿cómo será el
tercer capítulo de la reforma agraria palmera? ¿Qué papel jugará la clase media
agraria palmera y el “sobrante” de población que irá aumentando con el paso de
los años? Por lo pronto, refiriéndonos a la clase media, la historia nos
muestra el tenaz esfuerzo de los agricultores pobres de La Palma, los indianos,
en el proceso de ida y vuelta en el que el duro trabajo, múltiples privaciones
y ahorro en Cuba, primero, y Venezuela, después, les permitió conseguir a la
ansiada tierra para vivir de ella.
Ahora la emigración no es alternativa. La Isla dispone de
agua y las tierras están mejor distribuidas. Habrá que atender las tierras
balutas para plantar y sembrar el futuro.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
*También firmado por Víctor Martín Martín y Carlos Santiago
Martín Fernández, todos profesores del Departamento de Geografía de la ULL
DIARIO DE AVISOS, 1 de Marzo 2012