ASISTIMOS en estos días a la XIV Feria de Artesanía de
Pinolere 2009, tema que para muchos forma parte del pasado, de cuando éramos
pobres y atrasados y la miseria era parte cotidiana de nuestra geografía. En
consecuencia, la Feria de Pinolere aparece como un tema de nostalgia de unas
personas que miran al pasado sin proyección de futuro para esta tierra. De
alguna manera, era algo marginal, cosa de museo, en el que dábamos un sentido
pintoresco al poner entre los objetos presentados a los últimos artesanos que
sobrevivían en este territorio.
Ahora el progreso es el plástico, las videoconsolas y tantas
otras cosas de eso que llaman "american way of life" o estilo
americano de vida. Sin embargo, como tantas otras veces en la historia de la
Humanidad, sin saber cómo ni cuándo, nos hemos encontrado que en Pinolere tenemos
mucho que aprender para eso que llamamos cultura y economía sostenible y toda
una serie de aspectos de progreso y de futuro para esta tierra y su gente.
La Feria de Pinolere no es una escuela del pasado, sino, con
toda seguridad, una referencia ambiental y social del futuro de esta tierra, en
la que indudablemente pueden convivir los rallis con los que siembran y
cultivan las papas o hacen cestos y otros objetos. Es decir, revalorizar,
encontrarnos con nuestra tierra, con su gente, en la que las papas arrugadas no
pueden seguir siendo de importación y en algunos casos tratadas con bromuro de
metilo, mientras nuestros agricultores las malvenden a treinta céntimos y en la
que hasta las ofrendas a los santos en los días de fiesta se hacen con frutas
de importación. Mientras, cada canario produce más de treinta de kilos de
bolsas de plástico y bricks al año, y emitimos a la atmósfera un volumen
similar de CO2 al que produce un norteamericano.
Son estos valores y estas modas lo que está en crisis y lo
que ha revalorizado un colectivo muy valioso de hombres y mujeres en estos
últimos veinticuatro años en Pinolere. Por lo tanto, la feria de este año es un
encuentro con nosotros. Los hechos de la economía y de la sociedad dan la razón
a este colectivo, aunque, desgraciadamente, un poco tarde. Hemos de mirar con
mucha atención que los artesanos y la cultura del mundo rural son algo que
revaloriza la vida de cada día; una vida en la que depositamos quinientos kilos
de basura al año por habitante en Tenerife, y en la que existe una isla de
residuos de plástico en el Pacífico Sur equivalente al territorio francés, en
la que las corrientes marinas han acumulado la mayor masa de plástico del
planeta, con más de 500.000 km2, contaminando amplias superficies de agua con sus
consecuencias para los seres vivos de la zona.
¿Quién podía pensar hace unos meses que las grandes cadenas
de supermercados iban a emprender una batalla contra las bolsas de plástico? La
realidad es que en Pinolere se revaloriza las bolsas de tela y las cestas, en
una vuelta al pasado que quizá nunca debimos perder de vista. Tenemos que
volver a beber en las fuentes de una cultura de uso razonable de los recursos y
no del despilfarro y de la insolidaridad ambiental que ha dominado estos años.
Por ello, para plantearnos el futuro, indudablemente que hemos de mirar muchas
cosas del pasado, tanto en la artesanía como en el cultivo de la tierra, como
en tantos otros comportamientos que han dado la espalda al campo, a la
naturaleza, en la que incluso, para luchar contra los incendios forestales,
tendremos que labrar y cultivar las tierras y, en consecuencia, hemos de
potenciar las actividades agrarias y ganaderas, en las que la Ley de Medidas
Urgentes plantea que la limpieza de los entornos forestales a menos de quinientos
metros de los montes, tema éste que tendrá razón si damos a dichos territorios
una actividad agrario-ganadera y, en consecuencia, se potencia las actividades
primarias que nunca debimos olvidar y que los artesanos y el colectivo de
Pinolere han defendido a lo largo de todos estos años. Es decir, se trata de
una revalorización de la artesanía, la ganadería y la agricultura, siendo una
misma cosa con el medio ambiente.
Por ello, deseo felicitar al colectivo cultural de Pinolere
y a los que hacen posible esta feria por el compromiso que tienen con el futuro
en el que, como hemos dicho anteriormente, esta feria no es un ayer cargado de
nostalgia, sino toda una siembra para el mañana.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 6 de Septiembre 2009