EL PRÓXIMO domingo algo más de dos millones de canarios
tenemos derecho a las urnas, al igual que unos 400 millones de vecinos
comunitarios. Las urnas para los canarios deben representar una manera
diferente de acercarnos a la Unión Europea, puesto que una de las bases de la
UE ha sido y es la libre circulación de las personas, de los capitales y de los
servicios; situación que se cumple en algo más de cuatro millones de kilómetros
cuadrados de territorio.
Sin embargo, Canarias, igual que los chipriotas, malteses y
los vecinos de Azores y Madeira, así como los alejados territorios de ultramar
francés, forman una periferia de una singularidad especial en la que las
barreras artificiales puestas por el hombre superadas en esta Europa
comunitaria continúan siendo importantes, puesto que las mismas están impuestas
por la naturaleza. Es en este marco geográfico en el que hablar de Europa
comunitaria ha de atender las necesidades económicas y sociales porque el supuesto
libre comercio y circulación de las personas de la UE a nosotros nos aísla por
las singularidades descritas anteriormente.
Por ello, en esta llamada aldea global la singularidad de
las Islas nos obliga a que las razones territoriales de la geografía nos hagan
leer de otra manera los vínculos con la Europa comunitaria y, sobre todo, la
manera de entender y de vivir en el territorio insular, más allá de los
acuerdos como el de Schengen -que tiene como objetivo finalizar con los
controles fronterizos dentro del espacio de la mayoría de los Estados miembros
de la Unión y armonizar los controles fronterizos externos-, puesto que el
aspecto económico y la libre circulación de las personas ha de tener muy en
cuenta la geografía y, en consecuencia, ese planteamiento básico de la UE aquí
tiene numerosas dificultades para su aplicación.
De hecho, nuestros puertos y aeropuertos, con esta
filosofía, nos han creado más de un dolor de cabeza en la entrada de personas y
mercancías que en algunos casos han provocado numerosos problemas sanitarios,
sobre todo, por la falta de control fitosanitario por el que han entrado en las
Islas numerosas plagas. Por ello, la defensa de las producciones propias para
productos ganaderos, agrícolas y pesqueros no son ni pueden ser pretensiones
proteccionistas, y más teniendo en cuenta que otras medidas no han resuelto
nuestro abastecimiento, como ha ocurrido con el Régimen de Abastecimiento
Especial de las Islas (REA) por el que han entrado en las Islas productos que
han contribuido al empobrecimiento de nuestras producciones locales.
Así, por ejemplo, las subvenciones al queso de importación o
la entrada de papas a precios de saldo a las Islas o productos lácteos han
contribuido aún más al empobrecimiento del sector productivo, en particular de
nuestra ganadería y agricultura. Así, el abastecimiento local de papas se ha
reducido en un 50% desde que entramos en la UE. Es significativo lo que ocurre
con nuestros tomates al liberar las importaciones en la Unión Europea y entrar
en competencia áreas extracomunitarias, o las ventajas que tienen los tomates
continentales ante los costes de lejanía de los tomates canarios; situación que
parece que también se va a producir con el descenso de los aranceles del
plátano, dadas, entre otras, las presiones de las multinacionales y el supuesto
libre cambio de la UE.
Son muchos los temas que hemos de tratar en Bruselas con
sensibilidad de un territorio singular y, en consecuencia, no son sólo euros,
con la importancia que tienen los recursos económicos, sino otra manera de
entender nuestra realidad, que casi nunca se entiende desde el continente lo
que nos estamos jugando. Y lo que no es menos importante: los dos partidos
mayoritarios están en un debate preelectoral de las próximas elecciones en el
que apenas hablan de Europa, de la economía, de la sociedad y, por supuesto, de
la problemática de las Islas -les quedan muy lejos-, como desgraciadamente han
estado alejados los parlamentarios en estos años en Bruselas.
Necesitamos que esta tierra se oiga en las instituciones
europeas de manera contundente, que se trasladen de forma directa, sin escalas,
nuestras especificidades, nuestra forma de ser, nuestro territorio, nuestra
lejanía, en definitiva, nuestra canariedad. Por todo ello creemos que es
oportuno y altamente necesario que una voz comprometida con esta tierra y su
problemática nos represente y defienda en Bruselas. En ese marco, entendemos
que Claudina Morales, la candidata de Coalición Canaria, no nos defraudará,
acercando este alejado territorio al corazón de la Unión Europea.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 31 de Mayo 2009