EN LOS ÚLTIMOS años hemos asumido que el mercado y el
dinero es el ser o no ser de todo, el to be or not to be. Por supuesto que
la mercantilización no se queda sólo en los bienes de uso cotidiano: es algo
más grave. Las relaciones con la naturaleza también son mercancía y entendemos
que la globalización nos ofrece un modelo universal que lo aplicamos en los
distintos puntos geográficos obviando historia y territorio, o lo que es lo
mismo, la cultura de los hombres y mujeres que han convivido a lo largo del
tiempo con la naturaleza.
Hasta hace unos años el hombre convivía con el medio y tenía
una experiencia colectiva que transmitía. En consecuencia, nuestros padres y
abuelos eran enormemente respetuosos con el entorno porque, entre otras cosas,
entendían que la no convivencia con la naturaleza les podía crear problemas
mayores. Ahora hemos perdido las relaciones con el medio y asociamos la cultura
del territorio a la rutina, a la ignorancia o a un pasado cargado de penurias y
atrasos. Ahora hemos de copiar el modelo americano de la vida, american
way of life. Por ello, debemos analizar lo sucedido estos días en
California, con un incendio en la zona de Santa Bárbara que ha desalojado miles
de personas y quemado numerosas viviendas o lo que ocurrió hace unos meses en
la parte sureste de Australia. En ambos casos estamos hablando de fuegos en
zonas ricas del mundo, muy pobladas y, en consecuencia, con grandes recursos
para combatir los incendios.
Este es el caso por el que escribimos estas líneas hoy. La
pasada semana subí a la Mesa Mota, en La Laguna, y a pesar de que tenemos un
relativo conocimiento de lo que ocurre en nuestro territorio, enseguida lo
asocié a Santa Bárbara, en el noroeste de Los Ángeles, pues pude contemplar
cómo la vegetación de todo tipo en algunos casos tiene más de 2 metros de
altura en las proximidades de chalets -algunos incluso de madera- o cómo la
mayor parte de las viviendas están rodeadas de matorrales.
Esta situación la podemos asociar a distintos puntos de la
isla de Tenerife y, en particular de la zona Norte, en la que numerosos núcleos
de población están totalmente aislados entre zarzas, helechos, espinos y un
largo etcétera de vegetación que este año ha tenido la fortuna de crecer
gracias al buen invierno que tuvimos. Todo esto nos hace pensar en los riesgos
que tenemos para un verano que está en las puertas y en la que en una manera
equivocada los moradores de dichas viviendas están mirando para el medio
ambiente y para los supuestos helicópteros y equipos de bomberos para
defenderlos de la falta de prevención y de responsabilidad con un entorno
ignorado y maltratado por esto que ahora llamamos progreso.
Por ello, estas letras no son para disculparnos o quitarnos
responsabilidades, sino todo lo contrario. La prevención es cosa de todos y si
en un país como Estados Unidos, donde se han empleado para el incendio del
noroeste de Los Ángeles unos 4.500 bomberos, 428 camiones de bomberos, 14
aviones tanque, 15 helicópteros y un DC-10 para arrojar agua y han tardado más
de una semana en controlarlo, pensemos en los riesgos que tenemos aquí cuando
el viento y las temperaturas del verano nos pasen las facturas que suelen
cobrar las leyes de la naturaleza.
En este marco, la Ley de Medidas Urgentes aprobada
recientemente exige o pide que estén limpios los entornos de las zonas
forestales al menos en 500 metros. A esto le hemos de añadir una serie de
bandos municipales, como ha hecho con muy buen criterio San Juan de la Rambla,
que obliguen a la limpieza de solares y huertas en las proximidades de las
viviendas habitadas. Es la cultura que tenían nuestros queridos magos, que
ahora la hemos sustituido por esto que se llama modernidad. Así como han traído
de fuera modas como Papa Noel o la fiesta de Halloween, pretenden que el
fuego se apague -o se intente apagar- como en Estados Unidos, donde no son
capaces de solventar la situación después de más de una semana de incendio,
cuando la solución pasa por la prevención y por mantener la cultura de nuestros
campesinos, que cuando llegaban los veranos tenían limpios de combustibles
todos los entornos habitados.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 17 de Mayo 2009