ESTIMADO lector, en el artículo de hoy haremos una
aproximación a la situación que vive la isla de La Palma en cuanto al plátano.
Sin lugar a dudas, en la historia de esta Isla los plátanos han sembrado en
dicho pueblo la mejor situación de bienestar en el plano económico y social en
los 500 años de su historia; situación que hemos de valorar ante un presente
muy incierto, máxime con las declaraciones que ha hecho el presidente de
Asprocan, Francisco Rodríguez, en las que, según parece, el año que acaba de
terminar no ha sido malo y tiene preparado para el presente la "indicación
geográfica protegida".
No sabemos si es que le va a poner un GPS a cada
mata de plátano por si éstas salen caminando. Sin embargo, no sabemos cuántas
piñas han nacido y cuántas cortamos para las próximas semanas. Es decir, hoy no
sabemos cuántos kilos tendremos para enviar al mercado la próxima semana.
Mientras tanto, la competencia tiene planificadas las toneladas y los precios
que pone en el mercado peninsular para los próximos meses. Aquí sobran
supuestos estudios sobre el plátano y declaraciones sobre los mismos y faltan
actitudes responsables para el futuro.
Por ello, no queremos polémicas en el sector. Hay
alternativas y hemos de sembrar con un buen barbecho el campo que nuestros
agricultores han venido trabajando a lo largo del tiempo. En este caso, la
sociedad palmera no se puede permitir el lujo, al igual que el resto de
Canarias, de continuar por los derroteros actuales. Es decir, un alto
porcentaje de sus plátanos en sus vertederos y unos precios de ruina para sus
agricultores.
Entremos en materia. En La Palma, los plátanos significan
actualmente la base de la economía de la Isla. Es más, viven directamente de
los plátanos más de 15.000 familias y son rentas complementarias para otras
muchas, dado que una gran parte de los plataneros palmeros han sabido
administrar su economía con 8.000 ó 9.000 kilos por familia, más el resto de
actividades agrarias y ganaderas complementarias. Eso ha hecho de esta Isla la
más estable socialmente de Canarias, algo a valorar en los tiempos presentes.
En los últimos 50 años, La Palma ha pasado de poco más de
1.000 fanegadas de plátanos a situarse en algo más de 6.000 fanegadas en la
actualidad. Hablar de los plátanos en La Palma es hablar de los celemines (438
metros cuadrados), de tal manera que son muchas las carreras universitarias que
han producido unos celemines de plátanos en la historia reciente. Las mejoras
que se han generado en torno al plátano para esta Isla y sus gentes han sido
muy considerables. Así, hemos pasado de producir poco más de 4.000 pipas de
agua/hora en los años 50, a situarnos con algo más de 20.000 en la actualidad.
Es decir, La Palma ha incrementado de manera notable la producción de agua
gracias al esfuerzo que se ha hecho en la construcción de galerías, pozos,
embalses, canales, etc.
Es en este marco en el que debemos situar las sorribas para
el cultivo del plátano. Es decir, en La Palma ha pasado de estar este cultivo
localizado en Argual, Tazacorte y Los Sauces en los años 50, para extenderse a
lo largo de toda la isla, lo que nos permite también distribuir la riqueza que
generan las más de 3.000 has. de plátanos. A su vez, nos han proporcionado más
de 130 millones de kilos al año, es decir, algo más del 34% de la producción
total del Archipiélago.
Por ello, de la suerte que corran los plátanos va a depender
gran parte la estabilidad social, ambiental y paisajística de La Palma. Creemos
que ante la coyuntura internacional -coste de los fletes, proximidad canaria al
mercado peninsular, calidad de nuestra producción- este sector puede tener
futuro y sus problemas son mayoritariamente nuestros. No podemos continuar con
una comercialización carente de profesionalización, atomizada, en una especie
de reinos de taifas, donde como hemos visto estos días, a los dirigentes del
sector del plátano, se les ocurren ideas como la de la denominación geográfica
del plátano. En un mercado en el que las grandes empresas internacionales
manejan la oferta y, por otra parte, la concentración en España con las grandes
cadenas, o el pasar de más de 200 maduradores a 40 actualmente, nosotros en
Canarias tenemos no solo un sector atomizado, enfrentado, sin coordinación,
sino también unos responsables alejados de la realidad, como esta ingeniosa
idea, que dicho sea de paso, no nos dice si vamos a vender algunos excedentes
fuera del mercado peninsular, y lo que es más preocupante: si hay algún estudio
para saber la estimación de producción para los próximos meses y el supuesto mercado
en caso de que haya excedentes en los mismos.
El pasado miércoles, 19 de enero, nos reunimos con jóvenes
agricultores de toda la Isla en Los Llanos ante la preocupación por la
situación actual. Y es bueno que no sólo hablemos del pasado y del presente,
sino que el futuro del plátano pasa por superar la torre de Babel que es
Asprocan, alejada de los agricultores y del lógico diálogo permanente entre el
campo isleño y los consumidores en la Península, ya que la actual situación es
insostenible. En La Palma aún mantenemos seis cooperativas, una agrupación de
interés económico y seis S.A.T. con más de 25 empaquetados, mientras Asprocan
carece de conexión con los agricultores y su problemática para los próximos
años. El plátano de Canarias tiene futuro y solución, siempre y cuando se
tiendan puentes entre los productores y los consumidores con una filosofía
propia de los tiempos, en la que el cuello de botella por el que nos hace pasar
Asprocan lo superemos. Queremos un Asprocan con participación democrática de
los agricultores y profesionales que orienten en el comercio y en los temas
sociales del mismo.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 23 de Enero 2011