ESTOS días hemos hecho balance de la gestión realizada en
los montes de la Isla, con particular atención a los incendios, puesto que en
la temporada de calor no es muy conveniente hablar de estos temas debido a la
relación que suele haber entre el fuego y los pirómanos. Por ello es bueno que
sepan parte de la historia no contada, por esa máxima que dice que lo que no se
cuenta no existe.
A lo largo de todo el año 2010 el incendio más serio ocurrió
en la noche del 12 al 13 de agosto en lo alto de Ravelo, entre la pista de Las
Aguilillas y Las Covachas, donde llaman La Cruz del Villero, pues prendieron,
en un punto alejado de las dos pistas, un fuego cargado de combustible en el
que había incluso numerosos pinos radiatas cortados desde hace años. Así,
tuvimos un fuego de suelo -que alcanzó también a algunas copas- que se
contemplaba desde Ravelo, pero nos fue difícil localizarlo dado el alejamiento
del mismo de las pistas forestales. Además, teníamos una entrada de tiempo sur
con amenaza de empeorar para el día 13, con un importante movimiento de
peregrinos hacia Candelaria el día siguiente, en un lugar clave para la
propagación del fuego, tanto hacia el Norte como al sotavento de la Isla.
En este marco territorial y temporal, las brigadas
forestales del Cabildo (Brifor) realizaron un trabajo extraordinario, ya que si
no hubiésemos dominado el fuego en la madrugada del día 13, la historia de la
Isla hubiese sido otra, dada la dirección del viento y los puntos en los que
prendieron fuego.
Por ello, estas líneas son de agradecimiento y de
reconocimiento a las algo más de treinta personas que rodearon y combatieron el
fuego, construyendo una trocha de más de setecientos metros de largo por tres
de ancho, donde las motosierras apenas pararon para poner gasolina a lo largo
de la noche.
Fue un trabajo realizado en condiciones penosas, alumbrados
con linternas, en muchos casos sin apenas aporte de agua, dada la distancia a
las pistas y las dificultades en los tendidos de manguera. En dicha madrugada
hemos de destacar la coordinación y esfuerzo de técnicos y personal de apoyo,
tanto las brigadas del Cabildo como las contratadas, como, por ejemplo, la que
dirige Pedro Barroso, que luchó, como tantos otros "tiznados", con
tesón contra el fuego construyendo la trocha.
El incendió duró varios días, lo que nos obligó a vigilar la
zona por lo difícil que fue apagar los pinos que ardieron en el suelo. Por ello
tuvimos que recurrir a la UME (Unidad Militar de Emergencia) para vigilar la
zona la noche del 13 al 14 de agosto, en la que más de seis mil peregrinos,
haciendo caso omiso de las advertencias y consejos que hicimos para que no
recorrieran los montes esos días, bajaron en aluvión hacia Candelaria por la
Boca del Valle o por la Caldera de Pedro Gil, e incluso recorrían las pistas en
las proximidades del incendio con muy poca preocupación por los problemas del
fuego y la seguridad de los mismos. En algunos casos, hasta nos miraban con
cara de pocos amigos y probablemente pensando "el monte no es tuyo, es de
todos".
Es en este marco en el que escribimos estas líneas de
agradecimiento a un colectivo anónimo que casi nunca aparece en la foto y a los
que yo denomino de manera cariñosa "los tiznados", no sólo por estar
junto al hollín y a las llamas en primera línea, donde el riesgo es mayor, sino
también por hacer un trabajo duro no siempre reconocido por una sociedad que
pone demasiada atención en las máquinas o en la suerte. Sin embargo, la gran
mayoría desconoce que gran parte de los logros en la lucha contra el fuego es
gracias a nuestro personal, que, como en este caso, está en el anonimato y del
que he citado una sola persona como referencia. Tenemos un número importante de
"tiznados" y gracias a ellos nuestro patrimonio natural y la
seguridad de nuestra gente no ha tenido mayores problemas.
Por todo ello, estas líneas son de felicitación y
agradecimiento a este colectivo de hombres y mujeres que son una referencia en
la isla de Tenerife y, en muchos casos, no tienen la consideración que se
merecen de nuestro pueblo. Valgan estas palabras de gratitud a este grupo de
hombres y mujeres que, en la madrugada del 13 de agosto, cambió la suerte de la
Isla en esta dura lucha del hombre y la naturaleza, en la que el trabajo, el
esfuerzo y la voluntad son la base en el progreso de la Humanidad. Nuestro principal
patrimonio sigue siendo nuestra gente. Gracias y felicidades a todos los
"tiznados" anónimos.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 14 de Noviembre 2010