QUERIDO lector, el pasado lunes, en el Llano del Moro
tuvimos un susto, como tantos otros en los últimos años, donde la sabia
naturaleza nos dio un toque de atención. No es lógico que las viviendas estén
rodeadas de campos abandonados -retamas, zarzas, hinojos o pajonales-,
situación que ocurre en lo que llamamos medianías, pero sobre todo en la ladera
norte de Tenerife, desde Jardina, Las Barreras hasta el Valle de El Palmar.
Estas tierras, antaño de pan sembrar, ahora son balutas y están cargadas de
combustible. Y lo que es peor, con miles de viviendas, ocupadas en su mayoría
por urbanitas, que tienen el arado, la podona, la hoz, el sacho y el machete
como elemento de museo en la decoración de la barbacoa.
Ahora ponemos en manos de los bomberos, del helicóptero y de
las brigadas forestales (Brifor) las tareas básicas de protección civil que
antaño tenían claras los campesinos del lugar, como eran la retirada de
combustible de las zonas pobladas, bodegas, establos, etc. Cuando los alcaldes
sacaban un bando, la mayor parte de la población lo tenía asumido.
Ahora tenemos que felicitar al alcalde de San Juan de La
Rambla, Manuel Reyes, que ha sido pionero en la lucha contra el fuego, ya que
desde hace varios años ha sacado un bando para la limpieza de las tierras. Este
año se han incorporado los municipios de La Laguna, La Guancha, Vilaflor y
Garachico, y seguramente otros alcaldes de la Isla que están entendiendo el
peligro que ocasiona el tener importantes masas de vegetación en las
proximidades de las zonas pobladas. Hemos de insistir que la mayor parte de los
incendios producidos en Tenerife en los últimos años han nacido en tierras de
cultivo abandonadas. Sin ir más lejos, recordemos lo ocurrido en Los Campeches
en 2007 y los posteriores conatos de Ruigómez, Llanos de Trevejos, La Hornaca y
Monte Los Guzmanes.
El fuego en los últimos años nace fuera del monte, pero si
tenemos presente lo ocurrido en otros puntos del planeta, como es el caso del
sureste de Australia, California y Grecia, los desastres han ocurrido en las
zonas pobladas. Es decir, la población rodeada de vegetación en la estación
seca pone el resto
¿Qué hubiese ocurrido si el fuego en el Llano del Moro de
principios de esta semana se produce por la noche? Con calor y viento, no
olvidemos que caminó más de un kilómetro, actuando numerosos medios,
helicópteros con agua en las proximidades apoyados por la luz del día. En
contados casos, los vecinos tenían limpias las proximidades de las viviendas o
disponían de herramientas, ropa y calzado adecuado para defenderse del fuego.
Querido lector, aún estamos a tiempo. Hagamos la tarea,
retiremos la vegetación y aremos las huertas en las proximidades de las casas.
Hagamos un esfuerzo en labrar las tierras antaño cultivadas en las proximidades
del monte. Hagamos prevención, principal asignatura en la lucha contra los
incendios forestales y sustituyamos los pinos por monte verde en las
proximidades de las viviendas.
Todos los especialistas en incendios recomiendan más
inversión en prevención al considerar que hemos alcanzado un techo en medios
mecánicos y recursos humanos en la lucha contra los incendios forestales.
Hemos de felicitar a los alcaldes que han sacado bandos
llamando a la población a una respuesta responsable y esperemos que lo ocurrido
en el Llano del Moro sea un toque de atención que marque nuevas pautas en el
comportamiento de nuestra gente ante los peligros que albergan nuestros campos
sin campesinos, hagamos surcos en la tierra, sembrando y cultivando con el
futuro de esta tierra, saquemos de los museos muchas herramientas y semillas
que son útiles en una tierra sostenible.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 25 de Julio 2010