domingo, 27 de junio de 2010

Leyes y campesinos


LA CRISIS económica nos obliga a hacer una nueva lectura del territorio, pues hasta ahora las medianías, y en particular en el mundo rural, se había entendido como un marco a naturalizar pensando que ya habíamos superado los tiempos de la agricultura de autoabastecimiento y que la Unión Europea, cargada de excedentes alimenticios, atendería nuestras demandas y lo que hasta ahora se valoraba en la UE era nuestra diversidad y, sobre todo, la llamada flora y fauna endémica de Canarias.

Por otra parte, tenemos una legislación urbana realizada por técnicos y políticos desconocedores del mundo rural, que han elaborado un marco legal para gestionar un medio rural sin apenas hablar con los interlocutores directos del mismo: nuestros campesinos. En consecuencia, las normas que se ponen en marcha apenas recogen las vivencias y las demandas del mundo rural y, lo que es peor, se asocia que la cultura rural arruina o empobrece nuestro medio ambiente. El monte, en consecuencia, y el campo lo cargamos de delimitaciones territoriales y de teorías proteccionistas que apenas tienen que ver con la realidad de los campesinos.
Sin embargo, los acontecimientos económicos ponen de manifiesto que tal marco hoy es inviable y, de no corregirlo a corto plazo, hará que el furtivismo se imponga sobre un marco legal alejado de las demandas y necesidades objetivas de los vecinos. Ante esta realidad, nos encontramos el pasado martes con un centenar de vecinos del Llanito Perera, en Icod de los Vinos, que se quejan, con razón, de la burocracia y el papeleo con el que tienen que luchar para hacer uso de sus tierras como antaño.
Es en este marco en el que redactamos estas líneas porque, indudablemente, los vecinos tienen razón, pero todos tenemos unas limitaciones para vivir en un país medianamente organizado. Es decir, hemos de facilitar que las tierras abandonadas -antaño cultivadas- se limpien de la vegetación que las ha ocupado en los últimos años.
Cuando esta vegetación es un monte cerrado hay que contar con los equipos de Medio Ambiente para la limpieza de las mismas porque hay que retirar pinos de 15 ó 20 metros de altura, laurisilva, etc. Sin embargo, si lo que tenemos son matorrales, tabaibas, brezos o pinos pequeños, deberíamos estar ante una limpieza totalmente tolerada. Es más, creemos que es conveniente que se haga y se retire ese combustible ante un posible incendio.
Por lo tanto, tenemos que reconducir la situación mejorando las relaciones entre los administrados y la Administración, en la que en estos momentos se dan permisos para la retirada de pinocha o leña por periodo de un año, o nuestros equipos de Medio Ambiente dan el máximo de facilidades para la quema de rastrojos o limpieza de las huertas. Es más, queremos contar con los vecinos para cortar pinos en las proximidades de las viviendas o bien que las fincas particulares abandonadas en las proximidades de los caseríos sean limpiadas por sus propietarios, ya que es su obligación, para evitar situaciones como las vividas en 2007.
En este marco, Medio Ambiente y Seprona estamos en la mejor disposición para tender puentes de colaboración con nuestros vecinos ante la coyuntura social y económica que vive nuestro campo y, sobre todo, porque entendemos que los mejores aliados de la naturaleza son nuestros campesinos. En consecuencia, el diálogo y el entendimiento deben ser la causa que nos motiven para evitar tensiones que derivan en problemas a los que viven más directamente en nuestros campos y al medio ambiente en general.
Hemos de ponerle cara a los espacios y a las leyes. Nuestro medio rural es duro -viento, sequía, topografía- y, en consecuencia, no debemos amargarle la vida a su sufrido campesino con unas leyes que carecen de rostro humano. Los que tenemos compromiso de gestión en el territorio en cada localidad miramos a los ojos a nuestros vecinos y entendemos que el marco legal con el que trabajamos en muchos aspectos está alejado de la problemática social y ambiental. Nosotros tenemos la obligación de armonizar y aquí no valen teorías de laboratorio, con leyes que tienen mucho de imposición y que apenas le ponen rostro y sentido común a sus teorías. La Administración competente, esto es, el Parlamento de Canarias, ha de modificar las leyes actuales para adaptarlas a la realidad social y ambiental de nuestro territorio.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 27 de Junio 2010