QUERIDO LECTOR, en estos momentos se está planteando un
modelo de gestión para los territorios ambientalmente protegidos de Canarias y
en particular de cuatro islas en las que hay Parques Nacionales. Creo que más
allá de cualquier apasionamiento al respecto, tenemos que hacer una reflexión
muy seria sobre la deficiencia y la mejor gestión que podemos hacer de los
espacios protegidos, en la que hemos de entender también las mejores relaciones
posibles con los ciudadanos afectados en estos territorios.
En la isla de Tenerife, nos encontramos con que el Parque
Nacional del Teide, con una superficie próxima a 200 km cuadrados, se encuentra
rodeado de otro espacio protegido como es el Parque Natural de la Corona
Forestal. En los momentos actuales hay una superposición de territorios en los
que en unos casos el Parque Natural de la Corona Forestal se encuentra rodeado
de espacios del Parque Nacional del Teide. Veamos algunos ejemplos: Izaña y el
Portillo Alto están en la Corona Forestal formando islotes en el Parque
Nacional del Teide, mientras que la finca de Los Realejos con el campamento
Emilio Fernández Muñoz, y la finca Iserse Graneritos, en Adeje, y los pinares
de Fasnia forman pequeñas penínsulas dentro de la Corona Forestal. Es decir, se
trata de fincas propiedad del Estado dentro de la Corona Forestal. En otros
casos, numerosos caminos de vigilancia se entrecruzan entre un espacio y otro.
En ese mismo marco de cosas, tenemos la gestión de la caza, cuya actividad está
diferenciada entre la que se realiza en el Parque Nacional del Teide y la que
se hace fuera de él, incendios forestales, senderos, etc.
Hemos de tener presente que el territorio del Parque
Nacional del Teide abarca 15 municipios, mientras que en la Corona Forestal hay
25 municipios, tema éste importante por la necesaria coordinación entre los
municipios, los vecinos, el Cabildo y la gestión del Parque Nacional. Por si
esto fuera poco, en la gestión de los incendios forestales tenemos dos
administraciones paralelas que hasta ahora hemos tenido una buena coordinación,
aunque siempre nos encontramos con las maneras y los personalismos propios de
entender las prioridades en la lucha contra el fuego.
Por ello, querido lector, nosotros entendemos que el
territorio de la Corona Forestal y el Parque Nacional del Teide, que tienen una
superficie próxima a la que tiene la isla de La Palma, debe tener una sola
gestión en la que este sistema de hijuelas o fraccionamiento que nos viene
impuesto por el territorio sea la menor posible para simplificar, no sólo
aspectos burocráticos, sino para abaratar costes y, sobre todo, optimizar
recursos, ya que no parece razonable que haya espacios con más recursos que
otros porque el Medio Ambiente es uno solo. Además, tenemos que optimizar los
medios en la lucha contra los incendios y el acercamiento a los ciudadanos en
dicha gestión, así como los aspectos político-administrativos, tanto por las
instituciones locales como las relaciones con Madrid y Bruselas, para que sean
lo más eficiente y transparente posibles.
Entendemos que si los Cabildos han hecho una buena labor en
estos años, hay razones para que sean quienes gestionen estos territorios. Si
por el contrario, hay razones que justifiquen que no hemos sido eficientes, que
se diga y actúe en consecuencia. En cualquier caso, se debe plantear volver al
nido protector de la administración que mejor funcione. Así, parece lógico que
cuando entramos en la torre de incendios de Chavao, en Guía de Isora, o en el
centro que hasta ahora ha sido de coordinación en el Portillo Alto, o en tantos
otros puntos de vigilancia y gestión de los incendios en Tenerife, estemos
hablando un mismo lenguaje, con una total coordinación de medios y recursos, y
que, a su vez, tengamos el máximo de cooperación con los municipios de la Isla
y con el resto de administraciones, porque la gestión medioambiental no es un
tema de fincas separadas por supuestos muros administrativos y económicos que
no nos ayudan a hacer una mejor gestión del territorio.
En Canarias nos sobran teorías inaplicables y nos faltan
leyes sencillas y respetuosas con el Medio Ambiente y con los que hacen surcos,
siembran, sudan y esperan en la piel insular la cosecha, algo más que lo que
dan los burócratas cargados de papeles. Por ello, no creemos que haya que poner
más administraciones a teorizar sobre este castigado territorio, en el que hay
nada menos que 5 administraciones con competencias sobre cualquier morra de las
islas y, en consecuencia, mover una piedra o podar una higuera requiere más
esfuerzo en papeles que en trabajo directo.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 15 de Noviembre 2009