domingo, 26 de julio de 2009

De San Diego a la Mesa Mota


LA LECTURA del espacio la han hecho los campesinos desde la noche de los tiempos y en los últimos años han sido los geógrafos los que estudian con más detalle el territorio. De ahí la propuesta del gran geógrafo francés Ives Lacost, "La Geografía un arma para la guerra", donde nos explica cómo los servicios de inteligencia del Ejército norteamericano aplicaron tales conocimientos en la guerra de Vietnam. Nosotros no llegamos a ese nivel. Volamos más bajo y leemos pequeños espacios del territorio tinerfeño con una lectura coyuntural de lo que puede ocurrir este verano o, incluso, en los próximos inviernos ante los cambios habidos en la piel del territorio; lectura que podemos hacer extensiva tanto entre Erjos y Las Barreras, en La Esperanza, en Tenerife, como entre Garafía y Telde, en Canarias.

Por tratarse de situaciones similares y ante dos variables como son la naturaleza alterada por el hombre (deforestación para pastos y cultivos) y la crisis agroganadera de los últimos años, se sustituyó en su momento monte verde por tierras de pansembrar y obtener pastos para el ganado y ahora está ocupada por plantas pirófitas: zarzas, helechos, tojos, cañaverales, panascos, pastos degradados, etc, proceso que se ha visto reforzado por las lluvias del pasado invierno.
En estos espacios degradados, con el paso del tiempo, han ido desapareciendo las actividades agroganaderas e incorporándose una ocupación urbana, en muchos casos dispersa. Esta actividad urbana ha surgido alejada de la cultura rural y unida a planteamientos teóricos de supuesta protección de la flora, adornada de una maraña de leyes de hipotética protección, pero la realidad es que faltan los gestores que a lo largo de los últimos 500 años han mantenido un equilibrio más o menos estable entre hombre y naturaleza. Ahora, en temas relacionados con los incendios, el principal foco de inestabilidad lo tenemos fuera de las zonas forestales, sobre todo, en las medianías periurbanas, con viviendas dispersas en un campo sin campesinos.
Un ejemplo de lo que venimos diciendo es el caso de don Telesforo, ganadero, agricultor y referente de la cultura de antaño en San Rafael, en las proximidades en San Diego, en La Laguna. En estos momentos, está rodeado de urbanitas con viviendas nada marginales en cuanto a instalaciones, que ignoran lo que ocurre a otro lado del muro de la casa. Sólo les ha preocupado que los ganaderos estén lejos por lo de los olores y las moscas y han limitado los usos tradicionales. Ahora los pastos, caminos y las antiguas "suertes" de cultivo son calles y casas y don Telefesforo está rodeado por las urbanizaciones, que a su vez están pobladas por la nueva vegetación de sustitución de la antigua laurisilva: zarzas, tojos (espino), cañaverales, helechos, hinojos y una amplia gama de lo que llamamos panascos. En otros casos, los propietarios de fincas no dejan que las cultiven o limpien. Sin embargo, don Telesforo ha recogido más de mil pacas de hierba para la ganadería y, en consecuencia, nos ha retirado un volumen importante de combustible de la piel de la Isla, cosa que debemos agradecer.
Los moradores de la zona, como urbanitas que son, asocian a través de la cultura urbana que mediante el sistema de bomberos tienen resuelto cualquier posible problema ante el fuego, olvidando los niveles de combustible que tienen en el entorno de las viviendas y la capacidad de propagación del mismo cuando la humedad, viento y temperaturas le son propicios. Esa es la reflexión de la nueva cultura imperante; reflexión que no puede estar más alejada de la realidad.
Los moradores de las casas rodeadas de combustible probablemente son universitarios, mientras que don Telesforo y su familia, sólo tiene un "master" en la universidad de la vida, no homologado por nuestra Universidad de La Laguna, siendo de los pocos sobrevivientes que quedan en la zona. Este campesino cuenta que cuando éramos "pobres" había que limpiar los entornos de los barrancos antes del mes octubre y cómo la necesidad y la cultura popular tenían limpia de maleza, tanto de las proximidades de las zonas habitadas como de las cuencas de los barrancos. Aprendamos de ellos.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 26 de Julio 2009