domingo, 28 de junio de 2009

Coches y actividades colaterales


LA SEMANA pasada, las autoridades judiciales han precintado unas instalaciones relacionadas con lo que producimos y demandamos todos los días. Es lógico pensar que nadie quiere tenerlo próximo a su casa o en un sitio a la vista, situación que vienen soportando los vecinos de Icod durante mucho tiempo, y lo que no es menos grave, es que nos cueste nada a los que producimos y demandamos los servicios de eso que llamamos actividades molestas, insalubres y peligrosas.

Esto es lo que ha ocurrido en estos días en Riquel, lugar "marginal" de la costa de Icod, otrora finca de una familia famosa, con casa palacio en la calle La Carrera de La Laguna del siglo XVIII. Otros topónimos de la Isla obedecen a sus antiguos propietarios. Los Riqueles, en El Sauzal, es una de las mejores comarcas de vinos del norte de Tenerife que poco tiene que ver con este otro Riquel que genera elementos nocivos y peligrosos en las actividades realizadas, aunque la hemos explotado a lo largo de más de 30 años. Hemos descubierto que hay puestos de trabajo, que se ha obtenido gran parte de la grava para la construcción de las viviendas de la comarca y que aquí depositamos objetos que nadie quiere.
Todo esto es nocivo ahora, y lo cerramos sin buscar otras alternativas, o lo que es lo mismo, lo que se depositaba en el Riquel lo encontramos ahora al borde de nuestras carreteras, barrancos y montes. Serán efectos "colaterales" del cierre de Riquel, que al igual que las bombas que alcanzaban la población civil en una guerra "justa" en Irak, según Bush, no eran resultante de una invasión ilegal, sino efectos colaterales en las que él no tenía responsabilidad. Y los costes ambientales tenemos que pagarlos todos y no hay una salida mágica ni en Los Riqueles, ni en las Almenas.
Hemos de asumir que el que contamina paga y que el coste ambiental de la actividad extractiva o la retirada en Tenerife, de unos 20.000 coches al año son parte de eso que llamamos "progreso" o cómo la producción de unos 500 kilos de basura al año por habitante tiene un coste no sólo económico, sino ambiental y las mejoras en la tecnología para el tratamiento de residuos hemos de aplicarlas sin olvidar que los mismos siempre generan molestias ambientales y sociales, y que han de estar en algún punto de nuestra geografía creando molestias donde los pongamos.
Con la aprobación del Plan Territorial para el Tratamiento de Residuos de la Isla de Tenerife, que tuvo lugar el pasado 30 de enero, tenemos una herramienta para ordenar las actividades como las instaladas en Riquel y que éstas se ubiquen en lugares más apropiados con instalaciones adecuadas. Esto lleva a que, mientras tanto, dichas instalaciones han de permanecer prestando un servicio ambiental, social y económico en la Comarca del Noroeste de Tenerife; puesto que hoy no hay alternativa espacial a las actividades ubicadas en dicha zona; complicándose la situación con las obras en sus proximidades: anillo insular, puerto de Garachico, etc., no siendo menos grave la pérdida de puestos de trabajo.
Tenemos la obligación de buscar nuevos polígonos que recojan las actividades ubicadas ahora en Riquel, así como la restauración y una nueva propuesta para dicho espacio una vez restaurado, asumiendo que todos tenemos alguna responsabilidad de Los Riqueles y que no es sólo un problema de administración y empresario. Sólo seríamos unos cínicos si ahora miramos para otro lado, asociando la situación como un problema solo empresarial y de dinero, asociando esto a fenómenos colaterales mientras dejamos fuera de uso todos los años en la Isla unos 20.000 coches, y no digamos las toneladas métricas de escombros que producimos diariamente, unido a las demandas de materiales para la construcción.
Por todo ello, estamos obligados a la localización en cada comarca de lugares para poner plantas de tratamiento como las que propone el Plan Territorial Especial de Residuos de la Isla de Tenerife, mientras tanto habilitemos unas medidas correctoras para mantener abierto Los Riqueles que tenemos en la Isla.
Así, en lo que se refiere a las actividades extractivas, la propuesta que se hace desde el planeamiento insular no es sólo regular y ordenar la actividad en sí misma en el espacio y el tiempo, sino establecer aquellas medidas correctoras y compensatorias necesarias que minimicen los efectos negativos para la población más cercana a la actividad. Además, un objetivo fundamental es la recuperación ambiental y paisajística de estos ámbitos ampliamente degradados. Es necesario transmitir a los ciudadanos de Tenerife que estas actividades, desarrollándose de forma adecuada, son una oportunidad para generar riqueza y empleo en la Isla para un presente y un futuro que ya de por sí es complicado.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 28 de Junio 2009