domingo, 19 de abril de 2009

Hambre con GPS


EN LOS ÚLTIMOS días hemos encontrado en los medios de comunicación informaciones sobre problemas en la costa de Somalia, temas que tienen que ver con la miseria y la desorganización política y económica de un territorio y, cómo no, con una política colonial depredadora en los últimos años; situación que se da de otra manera en la costa occidental de África, en las proximidades del territorio que nosotros habitamos. Por ello, la reciente llegada de dos cayucos -con sus respectivos GPS- a La Restinga, en El Hierro, nos tiene que hacer reflexionar sobre situaciones que se pueden agravar en Canarias, ya que El Hierro está a más de 400 kilómetros de la costa de África, y el asalto que se está haciendo con fuerabordas a numerosos mercantes en el otro punto mencionado anteriormente también ha alcanzado distancias similares.
A ello hay que añadir los problemas ambientales en tierra, como los avances de las zonas áridas y la sobrepesca en las costas, que también son similares en ambos lados del territorio africano.
Es en este marco en el que queremos hacer una reflexión de algunos temas preocupantes en el entorno más próximo a Canarias. Desde Safí, en Marruecos, hasta las costas de Nigeria, viven en estos momentos cerca de 300 millones de personas; situación ésta que se está agravando por una serie de condicionantes que creemos que no se están atendiendo suficientemente desde los países ricos y, en particular, desde la Unión Europea.
Por un lado, se está saqueando la costa con unos barcos arrastreros que están empobreciendo las pesquerías tradicionales de todo este litoral, y, por otro, se están cortando los bosques tropicales en el que, en este caso, nacen las principales fuentes de agua de este vasto territorio que va desde la desembocadura del Níger hasta San Luis, desembocadura del río Senegal. Es decir, las montañas del norte de Guinea Conakry (Fouta Djallon), donde nacen los principales ríos de la región, es decir, Níger, Senegal y Gambia, están en un proceso de deforestación y, en consecuencia, de pérdida de capacidad de retención de la humedad y crecientes procesos erosivos ante los que la Unión Europea debería de haber tomado medidas de apoyo económico para frenar los procesos de tala de los bosques, tan importantes para el agua y la vida en la región.
Sin embargo, lo que ha dominado en los últimos años ha sido una rapiña de explotación de minerales y recursos naturales y, lo que es más lamentable, numerosas guerras como las que se produjeron en Nigeria, Sierra Leona, Liberia o El Chad, en las que han participado desgraciadamente de manera antagónica incluso algunos países de la UE como Inglaterra, Francia o Estados Unidos. Esos conflictos han desarticulado todos los movimientos nacionalistas del territorio para la defensa de las producciones e intereses locales y han potenciando los cultivos y las actividades de exportación, lo que ha empobrecido y minado la agricultura del entorno, que debería alimentar estos pueblos, puesto que lo dominante siempre han sido cultivos para actividades industriales de los países que colonizaron el territorio en su momento. Así, por ejemplo, Sekou Touré, NKrumah o Thomas Sankara fueron descabalgados de sus respectivos países por golpes de Estado para apoyar a las multinacionales y sus intereses en detrimento de lo local.
Por ello, no tiene desperdicio la propuesta que hacía Thomas Sankara, en Burkina Faso, en la que defendía para los ciudadanos de ese país dos comidas diarias y 10 litros de agua al día por habitante, como una de las metas a conseguir. No olvidemos como ejemplo que Burkina Faso tiene más del 50% de la población con menos de 18 años, tema éste que podemos tomar de referencia para otros muchos países africanos, así como la carencia de infraestructuras sanitarias y educativas. Además, hay que tener en cuenta a los miles de refugiados provocados por las guerras, así como el que las fronteras no se ajustan a ningún tema territorial, porque la separación ha sido arbitraria, de tal modo que, en algunos casos, miembros de tribus de una misma familia están separadas por barreras artificiales.
Por ello, ante una situación como la que se está produciendo en el cuerno de Africa y unas elecciones europeas que tenemos en la puerta de casa, parece necesario que nos mentalicemos y que se debata políticamente sobre estas cosas y entendamos algo más de lo que entendemos actualmente en Canarias, no sólo como información, sino como preocupación ambiental y social.
Los problemas de África han dejado de estar sólo en la circulación de los dromedarios y caravanas y comienzan a alcanzar territorios en los mares próximos en los que el GPS o el teléfono móvil y los motores fueraborda dan lugar a que, en el caso canario, estemos en las puertas de un mundo más complicado que el que teníamos hasta hace poco.
Es ahí donde creemos que es bueno que los temas de seguridad y los problemas sociales de nuestro entorno deban ser también de preocupación para cualquier planteamiento de futuro. En consecuencia, la Unión Europa debe, al menos, evitar estas situaciones que se dan en la parte occidental de África -en gran medida lo que ocurre ahí ha dependido de los países que integran la UE-, y contribuir a resolver temas de seguridad en nuestro territorio, en el que, posiblemente, el radar de El Hierro deba de dejar de ser un tema tabú para nosotros, porque puede ser primordial para nuestra seguridad en un futuro no muy lejano. No queremos pensar en la similitud entre Somalia y la costa occidental de África, aunque eso también es globalización.

Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 19 de Abril 2009