EN LOS ÚLTIMOS días hemos encontrado en los medios de
comunicación informaciones sobre problemas en la costa de Somalia, temas que
tienen que ver con la miseria y la desorganización política y económica de un
territorio y, cómo no, con una política colonial depredadora en los últimos
años; situación que se da de otra manera en la costa occidental de África, en
las proximidades del territorio que nosotros habitamos. Por ello, la reciente
llegada de dos cayucos -con sus respectivos GPS- a La Restinga, en El Hierro,
nos tiene que hacer reflexionar sobre situaciones que se pueden agravar en
Canarias, ya que El Hierro está a más de 400 kilómetros de la costa de África,
y el asalto que se está haciendo con fuerabordas a numerosos mercantes en el
otro punto mencionado anteriormente también ha alcanzado distancias similares.
A ello hay que añadir los problemas ambientales en tierra, como los avances de
las zonas áridas y la sobrepesca en las costas, que también son similares en
ambos lados del territorio africano.
Es en este marco en el que queremos hacer una reflexión de
algunos temas preocupantes en el entorno más próximo a Canarias. Desde Safí, en
Marruecos, hasta las costas de Nigeria, viven en estos momentos cerca de 300
millones de personas; situación ésta que se está agravando por una serie de
condicionantes que creemos que no se están atendiendo suficientemente desde los
países ricos y, en particular, desde la Unión Europea.
Por un lado, se está saqueando la costa con unos barcos
arrastreros que están empobreciendo las pesquerías tradicionales de todo este
litoral, y, por otro, se están cortando los bosques tropicales en el que, en
este caso, nacen las principales fuentes de agua de este vasto territorio que
va desde la desembocadura del Níger hasta San Luis, desembocadura del río
Senegal. Es decir, las montañas del norte de Guinea Conakry (Fouta Djallon),
donde nacen los principales ríos de la región, es decir, Níger, Senegal y
Gambia, están en un proceso de deforestación y, en consecuencia, de pérdida de
capacidad de retención de la humedad y crecientes procesos erosivos ante los
que la Unión Europea debería de haber tomado medidas de apoyo económico para
frenar los procesos de tala de los bosques, tan importantes para el agua y la
vida en la región.
Sin embargo, lo que ha dominado en los últimos años ha sido
una rapiña de explotación de minerales y recursos naturales y, lo que es más
lamentable, numerosas guerras como las que se produjeron en Nigeria, Sierra
Leona, Liberia o El Chad, en las que han participado desgraciadamente de manera
antagónica incluso algunos países de la UE como Inglaterra, Francia o Estados
Unidos. Esos conflictos han desarticulado todos los movimientos nacionalistas
del territorio para la defensa de las producciones e intereses locales y han
potenciando los cultivos y las actividades de exportación, lo que ha empobrecido
y minado la agricultura del entorno, que debería alimentar estos pueblos,
puesto que lo dominante siempre han sido cultivos para actividades industriales
de los países que colonizaron el territorio en su momento. Así, por ejemplo,
Sekou Touré, NKrumah o Thomas Sankara fueron descabalgados de sus respectivos
países por golpes de Estado para apoyar a las multinacionales y sus intereses
en detrimento de lo local.
Por ello, no tiene desperdicio la propuesta que hacía Thomas
Sankara, en Burkina Faso, en la que defendía para los ciudadanos de ese país
dos comidas diarias y 10 litros de agua al día por habitante, como una de las
metas a conseguir. No olvidemos como ejemplo que Burkina Faso tiene más del 50%
de la población con menos de 18 años, tema éste que podemos tomar de referencia
para otros muchos países africanos, así como la carencia de infraestructuras
sanitarias y educativas. Además, hay que tener en cuenta a los miles de
refugiados provocados por las guerras, así como el que las fronteras no se
ajustan a ningún tema territorial, porque la separación ha sido arbitraria, de
tal modo que, en algunos casos, miembros de tribus de una misma familia están
separadas por barreras artificiales.
Por ello, ante una situación como la que se está produciendo
en el cuerno de Africa y unas elecciones europeas que tenemos en la puerta de
casa, parece necesario que nos mentalicemos y que se debata políticamente sobre
estas cosas y entendamos algo más de lo que entendemos actualmente en Canarias,
no sólo como información, sino como preocupación ambiental y social.
Los problemas de África han dejado de estar sólo en la
circulación de los dromedarios y caravanas y comienzan a alcanzar territorios
en los mares próximos en los que el GPS o el teléfono móvil y los motores
fueraborda dan lugar a que, en el caso canario, estemos en las puertas de un
mundo más complicado que el que teníamos hasta hace poco.
Es ahí donde creemos que es bueno que los temas de seguridad
y los problemas sociales de nuestro entorno deban ser también de preocupación
para cualquier planteamiento de futuro. En consecuencia, la Unión Europa debe,
al menos, evitar estas situaciones que se dan en la parte occidental de África
-en gran medida lo que ocurre ahí ha dependido de los países que integran la
UE-, y contribuir a resolver temas de seguridad en nuestro territorio, en el
que, posiblemente, el radar de El Hierro deba de dejar de ser un tema tabú para
nosotros, porque puede ser primordial para nuestra seguridad en un futuro no
muy lejano. No queremos pensar en la similitud entre Somalia y la costa
occidental de África, aunque eso también es globalización.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 19 de Abril 2009