EL PRÓXIMO domingo termina una etapa preciosa en mi vida, en
la que he tenido la suerte de contar con un equipo humano motivado que ha hecho
con cariño y entrega un trabajo de defensa de nuestra naturaleza, obviando en
muchos casos el convenio laboral, porque cuando hay fuego ni se mira el reloj
ni las horas extras ni si has comido o no.
Hemos compartido muchos ratos agradables y otros un tanto
amargos, sobre todo en las cumbres de la isla picuda, en la que cito algunos
casos como referencia de una historia que está llegando a su punto y final.
Así, en la pista de Agua Agria, en Vilaflor, tuve la primera oportunidad de
encontrarme con unos "catedráticos de la Universidad de Harvard" -que
no tienen título pero sí conocimientos- que dieron un contrafuego ante una situación
extremadamente grave en la que el fuego bajaba hacia la embotelladora de
Pinalito -con miles de recipientes de plástico-, que podía generar una nube
tóxica hacia el pueblo de Vilaflor. Por ello, el contrafuego que dieron las
brigadas que dirigían Miguel Rodríguez y Antonio de la Cruz pararon lo que
podía haber sido un desastre. Fue una lección del conocimiento de nuestros
queridos "magos" y del trabajo bien hecho, aun con riesgos para esas
personas.
En esa madrugada, un camión averiado en este incendio me
permitió conocer a un personaje que ahora es un buen amigo, Agustín Perera, un
mecánico del parque móvil entregado las veinticuatro horas a su trabajo y que
conoce con detalle a cada uno de los conductores y el estado de los vehículos
que ruedan por la isla de Tenerife. Agustín es parte del patrimonio ambiental
de la isla y ha defendido nuestra naturaleza en los últimos treinta años.
En el incendio de La Guancha, con viento fuerte del noroeste
en el que el fuego bajó por debajo de la carretera, en la zona del Pinalete,
conocí a un profesional de un valor extraordinario que se llama Francisco
Ravelo, que con viento de copa estaba defendiendo con sus cuadrillas unas casas
de El Farrobo y El Frontón, rodeadas de pinos de más de veinte metros de altura
que estaban ardiendo. He tenido la suerte de conocerlo posteriormente en su
trabajo de entrega y cariño a nuestros montes y su compromiso con esta tierra,
liderando el grupo de los guanches de El Amparo (del grupo folclórico El
Hachito) y siendo pionero junto con Manuel Reyes del Beñesmén en San Juan de la
Rambla. Francisco ha sido un hombre comprometido con la naturaleza y la cultura
de la tierra, como pone de manifiesto, entre otras cosas, el mantenimiento del
parral de viña de la Casa Forestal de Icod.
En el incendio de La Palma llevamos a unas cuadrillas de
esperanceros con Fidelillo (que en paz descanse) al frente, y pararon con un
contrafuego el avance del mismo en el barranco de Las Grajas hacia la llanada
de Gallegos, donde evitaron que el fuego siguiese hacia el sur de la isla. Nos
enseñaron cómo se hace un contrafuego tirando bengalas ladera abajo, algo que
hasta ese momento yo no conocía.
En el gran incendio de 2007, entre el Cerrogordo y San Juan
del Reparo, hacia La Montañeta, me di cuenta de que sé muy poco sobre el fuego,
con llamaradas que superaban los quince metros de altura. Fueron testigos de
esa lucha dispar entre el hombre y la naturaleza el capitán de la UME, el
portavoz del PSOE en el Cabildo y, por supuesto, el conductor del Cabildo, Heriberto
Padrón, mi querido Bertín, al que tengo tanto que agradecer. Ahí confirmé que
no todo está en unas coordenadas controladas por los GPS y por los supuestos
hombres de Harrelson, que resuelven todo de forma feliz.
La lucha contra el fuego tiene sus riesgos, y la principal
herramienta con la que contamos es la prevención, la preparación de nuestra
gente y, por supuesto, el cariño, la profesionalidad y la entrega con la que
gran parte del personal de Medio Ambiente del Cabildo ha realizado su labor. Dicho
trabajo a veces no ha sido suficientemente valorado, y, como no cotiza en
Bolsa, solo nos acordamos del fuego cuando se quema el monte y hay un problema
de seguridad para nuestra gente. ¿Cuánto valen la masa forestal de Tenerife y
los equipos humanos que la cuidan?
No quiero olvidar a José Gregorio, Cristóbal Rodríguez,
Buenaventura Machado y los equipos humanos que han trabajado con ellos, que
siguen siendo parte del patrimonio para el mantenimiento de nuestra tierra.
Junto a ellos, quiero destacar la labor de reforestación realizada durante
estos años, en la que han participado muchas empresas, con un papel destacado
de Tragsa, con Salvador Domínguez al frente, que hizo un esfuerzo para preparar
equipos de riegos y balsas desmontables para regar los pinos que se han
plantado en el sotavento insular.
Los nombres y apellidos que aparecen en este artículo son
representativos de un colectivo de más de seiscientas personas a las que he
tenido la suerte de dirigir. Hago extensivo el agradecimiento a todos mis
compañeros del Cabildo y a los dos presidentes con los que he trabajado, que
han sabido aguantar "mis cosas" y me han respaldado, y a otros tantos
anónimos que en estos dieciséis años me han mostrado su apoyo de una u otra
manera para desarrollar un trabajo en el que, aunque ha habido algún momento
ingrato, se cierra, en mi opinión, con un balance satisfactorio.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 15 de Mayo 2011