ESTOS días nos hemos visto sorprendidos por la intervención
del Gobierno de Venezuela en la empresa Agroisleña. Lamentablemente, lo esperábamos,
al igual que otras salidas poco coherentes con el futuro de nuestra querida
octava isla, que de alguna manera maltrata a un colectivo de hombres y mujeres
que han entendido un compromiso de trabajo y de lucha por el futuro de
Venezuela y su gente.
Gran parte de los canarios en Venezuela han puesto en ese
país su ilusión, su juventud y lo que es más importante, han sembrado y
plantado gran parte del territorio que conforma el país, pues en el caso de la
agricultura han pasado en gran medida de la agricultura del "conuco"
-sistema ambientalmente negativo basado en la quema del monte en rozas y
cultivos itinerantes- a una agricultura industrial cargada de tecnología y de
mejora de semillas para una sociedad que en un corto periodo de tiempo ha pasado
de ser rural, mitad agrícola y mitad relacionada con la pesca y cacería, a un
país donde en estos momentos más del 70 por ciento de la población vive en
ciudades y ya supera los 30 millones de habitantes que demandan alimentos que
en gran medida se producían en este país y en un alto porcentaje tenía que ver
con los canarios y portugueses, y otros emigrantes en menor medida.
Los canarios han sido una referencia en la agricultura
venezolana, de tal manera que gran parte de la semilla de maíz, frijoles (caraotas),
sorgo y papas, unido con una parte de la avicultura y granjas de cerdos, y
también un peso significativo en la ganadería vacuna, han sido explotaciones
que han realizado los canarios en muchos casos cortando el monte y preparando
instalaciones de riego y agroindustriales para modernizar la agricultura de
este país. Si exceptuamos la zona andina, la agricultura venezolana con
anterioridad a los isleños era muy pobre.
Es en este plano en el que la intervención en la mayor
empresa de producción y distribución de semillas, fertilizantes agroquímicos,
red de silos para el grano y financiación y mejoras de todo tipo en la
agricultura venezolana, Agroisleña, es un golpe muy duro, sobre todo, para
nuestros canarios que han tenido una gran dependencia de esta empresa que a lo
largo de más de 50 años se ha establecido en toda la geografía de Venezuela.
Así, el golpe de convertir una empresa solvente en baluarte
burocrático de la administración de un Estado alejado del campo y de la
problemática del medio rural hace que los canarios en Venezuela y la producción
agraria sufran un duro golpe, pues no sólo están en juego todos los inputs para
el campo, sino también el sistema de créditos y distribución de lo que se
produce. Es más, en todo el mundo los planteamientos colectivistas para la
agricultura que han nacido en periodos de guerra y ante demandas de campesinos
sin tierra, como ocurrió en la URSS con los koljoses y soljoses, o el caso de
Israel con los kibutz y moshav ovdim, con planteamientos de autoabastecer a las
poblaciones, no se ajustan al caso actual de la República Bolivariana,
gobernada por Chávez, que trata de sustituir campesinos y empresarios agrarios
con conocimientos y dominio del territorio y la cultura agraria por gente, en
muchos casos, de los llamados ranchitos, que han huido del campo buscando el
espejismo urbano que nada tiene que ver con la problemática de la agricultura y
la complejidad del manejo de la misma.
Por lo tanto, el golpe se le está dando a los canarios que
echaron raíces en Venezuela, que apostaron por aquel país, que sus ahorros y
sueños los pusieron en la tierra de Bolívar, y que han ayudado a que Venezuela
sea lo que es hoy; canarios que no fueron unos ociosos especuladores como se
demuestran en las obras realizadas para mejorar la agricultura, como casos como
el valle de Quibor; que en país tan rico en agua, fueron capaces de hacer obras
de regadío perforando pozos para producir en la Venezuela árida cebollas,
sandías, pimientos, etc y en otros puntos de la costa; o en la mejora de los
cultivos de arroz y sorgo, así como una amplia inversión en mejoras de la
agricultura y ganadería.
El atropello que se ha hecho con Agroisleña es un sueño
demagógico del señor Chávez, de machacar a la clase media sin meditar el papel
social de la misma, y la sustitución de esta clase media será entregar parte de
la producción y distribución de alimentos y semillas a las multinacionales,
como sucede en otras latitudes de América empresas como Monsanto, Unilever o
Nestlé. Es decir, se machaca a Agroisleña, que es una empresa a la que están
vinculados hombres y mujeres, para entregársela a una aventura demagógica de un
supuesto nacionalismo basado en los litros de petróleo que exporta el país para
importar alimentos de todo tipo. Es decir, piensan resolver la ruina de la
agricultura venezolana con los tres millones de barriles de petróleo que
exportan diariamente, olvidando que esta agricultura articula un territorio y
lo hace más independiente y libre incluso para esos supuestos ideales de Hugo
Chávez sobre la emancipación del pueblo venezolana. Es decir, el
empobrecimiento de los agricultores canarios también es el de Venezuela, al
hacerla más dependiente de los alimentos importados y de sobrevivir gracias al
petróleo, maltratando a la gente que trabaja en la tierra y a los sacrificios
de varias generaciones de hombres y mujeres que han dado su vida por este país.
Lamentablemente, los canarios de nacimiento y de corazón
venezolano se encuentran maltratados por la llamada revolución bolivariana,
pero aun más, son también huérfanos de los señores Zapatero y Rajoy, que no
saben ni contestan ante la invasión de sus tierras. Sólo parece que a ambos les
preocupa las multinacionales españolas, los problemas de los etarras y la
posible venta de armas al país andino. Por todo ello, hasta ahora estos
canarios que han echado raíces junto al araguaney, alejados de sus dragos, han
encontrado el apoyo de Coalición Canaria con enmiendas en el Congreso y en el
Senado. El problema de la creación de consulados en el interior del país o una
serie de mejoras sociales por parte del Estado español continúan alejadas de
las demandas de estos isleños venezolanos. Son estos canarios los que cultivan
estos valles de Araua, Lara, etc., e incluso han subido a Los Andes para subir
y mejorar la producción de semillas de papas que ahora, como antaño en la época
de Páez, Monagas, José María Vargas, han estado siempre tan cerca del drago
como de araguaney construyendo ambos pueblos a la sombra de los picos Bolívar y
Teide y, en consecuencia, con símbolos de hermandad y compromiso y en ningún
momento de espíritu colonialista. Por ello hemos encontrado en el campo
venezolano a ambas culturas cultivando papas y maíz y otras hortalizas, porque
somos la misma gente. En consecuencia, han puesto lo mejor de sus vidas al
servicio de este país bolivariano y creemos que no merecen el trato que se les
está dando en una tierra en la que parece que no quieren surcos ni campos ni
campesinos, sino importar toda la comida como futuro para este país.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 17 de Octubre 2010