EN EL ARTÍCULO de la pasada semana aconsejábamos un nivel de
prudencia ante el verano que tenemos y la presencia de peregrinos por los
montes de la Isla. Hoy podemos analizar y comentar la respuesta colectiva de
nuestros vecinos ante una fecha tan señalada como la festividad de la Patrona
de Canarias.
En primer lugar, se produjo una ola de calor el miércoles 11
y el jueves 12, que fue posiblemente lo que frenó la ida de los peregrinos a
Candelaria el jueves por la noche. Sin embargo, el viernes y el sábado, el
comportamiento de nuestra gente fue similar o posiblemente más intenso que el
de otros años en dicha fecha. Esto debe hacernos reflexionar en voz alta en la
comunicación o la no comunicación que tenemos con nuestros vecinos, con la
posible devaluación de nuestro lenguaje y, lo que es más preocupante, los
problemas de seguridad para las personas que se produjeron el pasado fin de
semana.
Tanto en el territorio entre Las Lagunetas e Igueste de
Candelaria, como en la bajada de Las Crucitas a Arafo, hubo momentos en la
noche en los que en dichos caminos se encontraron más de 1.000 personas en un
espacio inaccesible para vehículos ante cualquier accidente y en un territorio
cargado de combustible, y en el que aunque quisiéramos, no había manera de
socorrer a nuestros peregrinos. En el caso de Igueste y Las Lagunetas no hay
acceso rodado en todo el territorio, mientras que en la caldera de Pedro Gil,
el acceso rodado es parcial en parte de la misma, a lo que hay que añadir que
durante la noche no pueden actuar los helicópteros. En consecuencia, nos
encontramos con una población en su mayoría joven, con pocos conocimientos del
entorno, en un territorio muy complicado para defendernos ante un posible
conato.
Esperábamos que dado las temperaturas de los días 11, 12 y
13 de agosto, los peregrinos fueran más prudentes en los recorridos del día 14.
Todo lo contrario de lo que sucedió en realidad, ya que en la noche del sábado
14 bajaron verdaderas riadas humanas. Además, encontramos numerosos peregrinos
en las proximidades de un conato que todavía no estaba extinguido (Cruz del
Villero-Cueva Labrada) y nos miraban con cara de pocos amigos porque habíamos
pedido que no se metieran por los montes y fueran por las carreteras, donde sí
podíamos auxiliarlos en caso de un incendio Así, tuvimos que distraer a nuestra
gente para el cuidado de los peregrinos y, en consecuencia, tuvimos que pedir
ayuda a la Unidad Militar de Emergencia (UME) ante el elevado número de
peregrinos que tuvimos en las cumbres de la Isla. Por si fuera todo esto poco,
tuvimos la lluvia de estrellas y la visita de numerosos amantes de las
Perseidas a nuestros montes, lo que nos obligó a tener varias brigadas de Medio
Ambiente retirando toneladas de residuos de las cumbres de la Isla. Nunca
prohibimos, siempre aconsejamos y, en consecuencia, estas líneas quieren
sembrar otra manera de pensar y actuar para los próximos años.
Es en este espacio donde estas letras quieren sembrar
compromiso para los próximos años, pues creemos que los peligros por Candelaria
no están en que se nos quemen unos pinos, sino en el riesgo para las personas.
Los montes y la naturaleza serán lo que nuestro pueblo quiera que sea. No puede
ser una respuesta de unos cuidadores sirvientes de una población poco cívica
para atender a sus caprichos. Por ello espero que estas líneas no se tengan que
repetir para denunciar el comportamiento poco adecuado para el medio ambiente
de esta Isla. El compromiso de los peregrinos con la Patrona de Canarias
también debe de serlo con la naturaleza y el medio ambiente.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 22 de Agosto 2010