EN LA PRIMERA semana de febrero hemos tenido como referencia
los problemas que nos generó la lluvia y que puso en aprieto a numerosos
vecinos, en particular, los moradores de las cuencas de los barrancos de Anaga.
Creo que es bueno hacer una lectura de lo ocurrido por si podemos corregir las
cosas antes de que nos visite la próxima borrasca o tormenta. Es bueno que
sepamos que lo ocurrido estos días es habitual en Canarias. No tenemos que
hacer mucha memoria para situarnos en casos similares como ocurrió el 31 de
marzo de 2002 y con posterioridad en el Delta.
Nos decía don José Cañón en Afur que recordaba a numerosos
vecinos haciendo carboneras en la playa de Tamadiste (Barranco de Afur), aprovechando
la madera que tiraba el mar, tras unas lluvias en las que los barrancos habían
llevado hasta el mismo numerosos árboles de los montes de Anaga.
Ahora los barrancos transportan también coches y numerosos
enseres y alguna que otra cosa, situación que se agrava porque cada día somos
más los que vivimos en las cuencas de los barrancos y, lo que es peor, con poca
o mala memoria. Los campesinos que habitaban en Anaga tenían unas instalaciones
pobres, pero generalmente estaban alejadas de los cauces de los barrancos,
colgados o sobre la ladera de Igueste de San Andrés, Taborno, Roque Negro,
Afur, Las Carboneras y Chinamada.
Sin embargo, la Anaga sur de los últimos años entra en coche
por la costa, coloniza el fondo del barranco y, lo que es peor, le incorporamos
infraestructuras al litoral, nuevos viarios y ampliación de zonas portuarias en
la desembocadura de los barrancos. Es más, en los dos más importantes ponemos
delante un puerto, como ocurre con el barranco de Santos y el barranco de Valle
Jiménez, con lo que la situación se agrava al prolongar el barranco hacia lo
que antes era mar, con un cauce totalmente horizontal y, en consecuencia, sin
capacidad para transportar los importantes acarreos que traen los barrancos de
las zonas altas y medias. En ese sentido, no hay que olvidar la gran erosión
que se produce en las cuencas del Macizo de Anaga.
Tenemos numerosas viviendas en los dos cauces con poco más
de un metro, de una marea viva en una pleamar, situación que se agravó el
pasado 1 de febrero, ya que se había producido la Luna llena el 30 de enero,
reforzando la marea ante la baja presión de la borrasca. Por ello, en algunos
momentos el agua de los barrancos no fluía hacia el mar, anegando los entornos
como ocurre en las zonas deltaicas ocupadas en el presente por casas y garajes.
En otro estado de cosas, las obras de canalización hechas
por el Cabildo después del 31 de marzo de 2002 tuvieron un buen comportamiento
en los barrancos de El Cercado de San Andrés, Valle María Jiménez, Cueva
Bermeja, Valleseco y Tahodio. Los problemas en Anaga se han producido en las
cuencas altas de los barrancos por los cortes en puentes y carreteras sobre el
cauce; situación similar a la que se da en el norte de Anaga, sobre todo, en la
Cuenca de Taganana y Roque Negro-Afur.
Otro factor nuevo en los barrancos es la vegetación, sobre
todo, los cañaverales. Tenemos un nuevo problema en aquellos barrancos que
disponen de agua por el crecimiento de los cañaverales, plantas que antaño eran
demandadas como forraje para el ganado o para levantar tomateros o usos
artesanos. Ahora carecen de interés económico y, en consecuencia, tenemos un
serio problema de obstrucción de los cauces de los barrancos, situación que se
agrava por el sistema de propiedad en torno a los cauces, unido al rápido
crecimiento de los cañaverales en un corto periodo de tiempo que forman
represas y, al romperse éstas, forman grandes olas en las cuencas de los
barrancos.
La limpieza por parte de la Administración pública se
encuentra con numerosas dificultades, tanto de accesos como con los
propietarios que lindan con los barrancos, siendo los acarreos de piedras y
tierra uno de los mayores activadores de la acción del agua en los cauces,
sobre todo, por las represas que forma ante cualquier obstáculo en el cauce.
Así, es importante la construcción de azudes potentes para que el agua entre
sin sólidos en las cuencas medias de los barrancos, aunque luego tengamos que
drenarlos por medios artificiales. Esta sería la situación ideal en el barranco
de María Jiménez y el barranco de Santos.
La lección que nos da don José Cañón nos debe hacer
reflexionar sobre el futuro y, sobre todo, para los que creen que podemos tener
los barrancos barridos como si fueran nuestras calles. Si en épocas en las que
la isla estaba deforestada hicimos carboneras en la playa de Tamadiste, la
lectura que podemos hacer ahora con la alteración de los cauces y, sobre todo,
de puertos y vías en el litoral y en los cauces medios, es que se complica la
seguridad de una población que vive en las proximidades de los mismos porque
ahora los vecinos no están ubicados en los interfluvios o cuchillos sobre los
riscos, cosa que sí ocurría anteriormente.
Hay ejemplos que ponen de manifiesto los riesgos de los
barrancos, como es el caso del de María Jiménez a la altura del bar de Pepe
Ramos, en el que el cauce tiene más de 14 metros de ancho y una pendiente
superior al 10%, y la altura que alcanzó el agua en el mismo el 1 de febrero
superó los 4 metros. Por ello, la prolongación de la desembocadura de estos
barrancos, bien sea por la construcción de nuevos viarios o de espacios
portuarios, crea una complicada situación para las poblaciones existentes en
las cuencas bajas de los mismos. De hecho, los defensores de la ampliación de
los espacios portuarios en la desembocadura de los barrancos de las laderas sur
de Anaga parece que ignoran esta situación.
Con estas líneas queremos reconocer, una vez más, la
sabiduría popular de nuestra gente y que las nuevas tecnologías no deben
ignorar, como parece que ha ocurrido hasta ahora. Es en ese marco en el que
debemos felicitar las palabras de don José Cañón en el fondo del barranco de
Afur cuando nos dice que estuvo haciendo carbón en la playa de Tamadiste más de
un mes para luego venderlo en Santa Cruz y La Laguna en otro acontecimiento
similar ocurrido al 1 de febrero pero hace unos 70 años. Seamos todos un poco
más humildes y aprendamos con la cultura popular en cada espacio de nuestro
territorio.
Wladimiro Rodríguez Brito es DOCTOR EN GEOGRAFÍA
EL DIA, 21 de Febrero 2010